“Un hombre no debería luchar por eliminar sus complejos, sino entrar en acuerdo con ellos: son legítimamente los que dirigen sus conductas en el mundo”
Sigmund Freud
“Estamos llegando al fin de la civilización, sin tiempo de reflexionar, en la que se ha impuesto una especie de impudor que nos ha llegado a convencer de que la privacidad no existe”
José Saramago
Lucian Freud. Uno de los máximos exponentes del realismo europeo
La primera vez que se pudo contemplar la obra de Lucian Freud en España fue en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía el año 1994. Dos años más tarde se celebró en Barcelona, concretamente en la Fundació Caixa de Catalunya-La Pedrera, la exposición From London: Bacon, Freud, Kossof, Andrews, Auerbach, Kitaj. Una pléyade de artistas excepcionales de la segunda mitad del siglo pasado. Pero no fue hasta 2002 cuando se realizó la primera retrospectiva de su trabajo en Barcelona que, en esta ocasión, se llevó a cabo en CaixaForum donde se mostraron más de un centenar de obras que permitieron al público conocer en profundidad el trabajo de uno de los máximos exponentes del realismo europeo, además de haber influido en muchos artistas de vanguardia.

Ahora tenemos la oportunidad de presenciar una nueva exposición del pintor, grabador y dibujante británico Lucian Freud (Berlín, 1922 – Londres, 2011) en el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza de Madrid. Aunque nacido en la capital alemana se nacionalizó británico a los 17 años. Su familia de origen judío tuvo que abandonar la capital alemana por el advenimiento del nazismo
Era nieto del neurólogo austriaco Sigmund Freud, conocido principalmente por ser el padre del psicoanálisis, aunque posiblemente la circunstancia de que el padre de Lucian fuera arquitecto fuera la causa de que se aficionara al arte. Se formó en la Central School of Arts and Crafts de Londres y en la East Anglian School of Painting and Drawing de la pequeña localidad de Dedham, teniendo como profesor a Cedric Morris, con quien también coincidió en Benton End, Hadleigh. No fue hasta 1944 que realizó su primera muestra individual en la Galeria Aleix Reid and Lefevre de Londres.
La realidad humana a través de la figuración
Antes que nada hay que destacar que la obra de Lucian Freud no deja indiferente a nadie, ya que junto con Francis Bacon, Balthus, Pierre Klossowski y Frank Auerbach, es uno de los máximos exponentes del realismo o de la nueva figuración, término aplicado a los artistas figurativos de la segunda mitad del siglo XX en Europa que buscaban la verdadera realidad humana a través de la figura, sin importarles la belleza exterior de los individuos sino de su interior, teniendo en cuenta que el concepto de belleza para Freud distaba considerablemente del modelo clásico existente desde la antigüedad, y en cambio muestra otro tipo de “belleza” física, más cercana a la fealdad de los personajes representados. Todos estos artistas plasman una realidad determinada debido a sus situaciones personales que en Bacon y el propio Freud se acercan al existencialismo y a la angustia vital, y no debido al mundo de los sueños, o sea, el mundo onírico de Balthus -era hermano de Klossowski-.
En cuanto a Freud, su trayectoria fue muy homogénea, debido a que siempre se movía en el entorno de la figuración, sin interesarle la abstracción. Ahora bien, sí que podemos referirnos a que existen dos etapas creativas, aunque haya más pero que no son tan evidentes. La primera de ellas se produjo al inicio de su trayectoria artística cuando se nacionalizó británico, hasta mediados de los 50. Y la segunda, se alarga hasta la fecha de su muerte. En medio hay otros momentos en los que se advierten ciertos cambios. Desde 1939 hasta 1954 se interesó por el surrealismo dentro de una vertiente irónica, así como por la figura de Paul Cézanne a través de sus primeros bodegones, y por Otto Dix gracias a sus retratos.

El profesor y crítico de arte británico William Feaver no está de acuerdo con que existiera una relación con Dix ya que Freud no llegó a conocerle, en cambio sí que cree que sentía admiración por Joan Miró. Precisamente en la obra La habitación del pintor (1943-1944), que se presentó por primera vez en la londinense Lefevre Gallery, sí que se aprecian connotaciones surrealistas que tanto pueden relacionarse con Salvador Dalí como con René Magritte, en que representa una cebra asomando su cabeza por la ventana de una habitación.
Lucian Freud. Nuevas perspectivas
Con motivo del centenario del nacimiento de Freud, los cuadros que se exhiben en las diferentes salas del Museo Thyssen-Bornemisza, muestran el trabajo de un artista controvertido y genial a la vez. La exposición está organizada conjuntamente con la The National Gallery de Londres, siendo los comisarios la responsable del Área de Conservación de Pintura Moderna del Museo Thyssen-Bornemisza, Paloma Alarcó y del comisario de Proyectos Modernos y Contemporáneos de la National Gallery, Daniel F. Herrmann. Anteriormente se había expuesto en el museo londinense.
Los comisarios han distribuido las obras en varios ámbitos temáticos y a la vez de modo cronológico, donde se pueden contemplar perfectamente siete décadas de su trayectoria creativa. Las secciones corresponden a sus inicios, caso de Llegar a ser Freud que parte de 1940, cuando pinta a base de pinceladas muy suaves y minuciosas. En el siguiente apartado el artista ya sigue un patrón determinado dentro de la figuración como es Primeros Retratos. En Intimidad aparecen obras relacionadas con la idea de privacidad que el autor siente en todo momento. Los retratos de encargo se exhiben en la sección titulada como Poder. En cambio, en El estudio el artista “recupera el estudio para la modernidad”, o lo que es lo mismo, su hábitat natural. El cuerpo humano desnudo es el protagonista de La carne, y finalmente, una serie de fotografías de David Dawson se puede ver en El estudio de Lucian Freud.
Los cuadros de los años 40 y 50 aunque sean de un realismo bien evidente, no son tan existencialistas y expresionistas como lo serán posteriormente y que se convertirán en el paradigma de su trabajo. Piezas como Mujer con un tulipán (1945) y Muchacha con un perro blanco (1950-51) son dos claros ejemplos de su interés por el retrato, en las que representa a mujeres vestidas o desnudas en diferentes posiciones, pero siempre en actitud contemplativa, observando lo que tienen delante -que podría ser perfectamente el espectador- o mirando hacia el infinito. En el caso de Muchacha con un perro blanco, el artista representa a una mujer de mirada triste que muestra su pecho desnudo mientras con la mano izquierda se tapa el otro. A su lado un perro reposa la cabeza encima de la pierna de la joven. La modelo era su esposa Kitty de quien se divorció al poco tiempo de realizar este cuadro.
En 1965 pinta el autorretrato Reflejo con dos niños (1965), donde se ve a Freud con sus hijos Rose y Ali, fruto de su relación con Suzy Boit, a la que también pintó en Mujer sonriente (1959). Se trata de una obra ciertamente curiosa, ya que el artista se pinta a sí mismo a través del espejo; pero lo más interesante es que lo hace a través de un escorzo. En la parte derecha del cuadro aparece una lámpara que da la sensación de que sea un halo de luz, como santificando la escena. Al lado de Freud se encuentran sus hijos, representados de medio cuerpo con gestos despreocupados, como si fueran invitados a participar en la escena.

A partir de los años 60 su obra deja de ser tan minuciosa y detallista para centrarse más en pintar las telas mediante unas pinceladas sueltas y gruesas que dan más realidad y fluidez a sus composiciones, principalmente cuando se adentra en el terreno del retrato. Según los comisarios Freud empieza a “pintar de pie, moviéndose alrededor de sus modelos, si bien su forma de trabajar continuó siendo lenta y pausada. La estática visión frontal va transformándose en perspectivas más transversales, con una especie de torsión de las figuras que le permite exagerar la anatomía de los cuerpos”.
Los desnudos femeninos son tratados de manera muy compleja, en los que aparentemente no se advierte un marcado contenido erótico. En la década de los 60 y 70 simplemente existía la desnudez por la desnudez, la libertad del propio cuerpo. ¿Quién no ha dormido desnudo alguna vez, sin sentir vergüenza por ello? Freud declara que “hay alguna cosa en una persona desnuda cuando la tengo delante de mí que apela al respeto. Incluso podría denominarse caballerosidad por mi parte: en el caso de mis hijas, es el respeto de un padre además del de pintor. Se lo toman bien que las pinte. No me hace sentir incómodo”. En Retrato desnudo II (1979-1980) una mujer joven está estirada en un sofá descansando, pero la postura que adopta no lo parece. En muchas de sus obras la posición de las modelos no suele ser la habitual de una persona cuando está durmiendo. Para William Feaver “los personajes de las pinturas se despojan de todo menos de aquello en lo que Freud los ha convertido”. Los modelos se pasaban muchas horas posando en extrañas posturas.

En cambio, los desnudos tanto femeninos como masculinos realizados a partir de los 80 hasta sus últimas creaciones tienen otras connotaciones, debido a que se observa un erotismo en cierta manera gratuito o forzado, no tan solo por los mismos personajes, sean viejos o jóvenes, sino que los muestra extremadamente gruesos o delgados dentro de un realismo muy cuidadoso, marcando los pliegues de las carnes y las arrugas del rostro. Son pinturas entre silenciosas y calmadas, todo y su verismo, ya que sólo le importa la apariencia de unos individuos que conoce personalmente, como por ejemplo ocurre en Acostada al lado de los trapos (1989) y Durmiendo cerca de la alfombra del león (1996). En el Atardecer en el estudio, 1993, muestra a una mujer gruesa desnuda estirada en el suelo al lado de la cama, que está ocupada por un perro mientras otra mujer está sentada leyendo ajena a la escena. El contraste entre la mujer en el suelo y el perro en la cama podría indicar que el protagonismo reside en la figura del animal a pesar de que se encuentre en un segundo plano. Los cuerpos monumentales de Leigh Bowery y Sue Tilley “le convierten en pionero de la representación de anatomías de una fisicidad tan poco complaciente que casi siempre subvierten los límites del decoro”. Su interés por Rubens o Tiziano es bien evidente, pero con la salvedad de que éstos pintaban mujeres jóvenes y voluptuosas de gran belleza.

Los retratos de su madre serán una constante a partir de los setenta, como por ejemplo el año 1972 fecha en la que empieza una serie dedicada a ella que se prolongará hasta su muerte acaecida en 1989. La circunstancia que la inicie ese año obedece a la muerte de su padre, ya que le produjo una fuerte depresión a su madre. La solía representar de diferentes maneras: leyendo un libro, de cara o descansando en la cama. Existía una relación entre confusa y de admiración con ella, aunque el artista señala que “si mi padre no se hubiera muerto no la habría pintado nunca. Comencé a trabajar porqué ella había perdido interés por mí: no podría haberlo hecho si hubiera tenido aún el mismo interés”.

La mayoría de los personajes retratados formaban parte de su círculo más próximo: familiares, amantes, amigos… A partir de los años 80 accede a recibir encargos para retratar a personajes de clase social alta, entre ellos el barón Hans Heinrich Thyssen-Bornemisza, a quien pintó dos veces. Se da la circunstancia de que el “modelo debe entregarse al pintor y acceder a someterse a sus severas condiciones sobre la forma de posar o la duración de las sesiones en su estudio”.
En el último ámbito de la exposición hay una selección de fotografías de David Dawson, ayudante de Freud, tomadas en el estudio del artista en las que se aprecia cómo era su proceso de trabajo. Durante veinte años estuvo tomando imágenes del “laboratorio secreto del pintor”. Uno de sus amigos, a quien retrató, Franck Auerbach, comentaba respecto a su obra que “las pinturas viven porqué su creador ha estado apasionadamente atento a sus temas y, esta atención suya nos deja alguna cosa por mirar. Es como un milagro”. Considero que estas palabras son el mejor reconocimiento que se puede hacer por la obra de Lucian Freud.
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