La fotografía es una disciplina utilizada en diversas actividades. Y el proceso para llegar a la imagen capturada puede ser bastante diferente.
Por un lado tenemos aquellas situaciones o momentos que el ojo del fotógrafo detecta y decide capturarlos. Las llamo fotografías encontradas porque la imagen está allí, esperando que alguien la descubra, ya sea que el fotógrafo haya salido con intenciones de encontrarla o simplemente tuvo la suerte de tener la cámara a mano. El fotoperiodismo, la fotografía de eventos sociales y las fotos familiares se alimentan generalmente de este tipo de imágenes.
Por otra parte, tenemos aquellas fotos de escenas que no hubieran existido de no ser por el fotógrafo. Son imágenes que nacen en la cabeza del autor mucho antes de convertirse en fotografías. Las llamo fotografías buscadas porque requieren de cierto esfuerzo de producción para lograr construir esa imagen que el fotógrafo busca. Este tipo de aproximación lo vemos en la fotografía publicitaria, books, catálogos, etc.
¿Y en el arte?
Yo considero que ambos tipos de fotografías son válidos cuando hablamos de fotografía artística o expresiva.
Ya sea encontrar imágenes que nos provoquen sensaciones que queremos transmitir, o buscar la forma de llevar al papel aquellas ideas que surgen en nuestro interior. Son sólo diferentes medios, distintas herramientas.
Después de todo, lo que vale es la obra final, y no tanto cómo se llegó a ella.
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