“Independientemente de la alta calidad formal de la xilografía moderna original hay que subrayar que no ha mantenido sus presupuestos originales, fundados en la posibilidad de multiplicar las imágenes con fines de divulgación de modo rápido y económico”
“De cualquier modo está claro que un buen dibujante es automáticamente un buen litógrafo. Esta extraordinaria facilidad de ejecución y la ventaja de poder confiar todas las operaciones de corrosión, refuerzo del dibujo, impresión, etc., a un estampador especializado amplían enormemente el campo de acción de la imagen grabada”.
Corrado Maltese. Las técnicas artísticas. 1973
Era la primera ocasión que tuvimos de presenciar una exposición de un artista atípico como es el caso del grabador y dibujante holandés Maurits Cornelis Escher (Leeuwarden,1898-Hilversum. Holanda, 1972), en el Palacio Gaviria de Madrid. Espacio que reabrió hace siete años, aunque fue edificado a mediados del siglo XIX –inaugurado en 1851- por encargo del banquero madrileño marqués de Gaviria y Deuza.
La fachada es de estilo italiano y recuerda el Palacio Farnese de Roma, con dos patios y una escalera balaustrada. Para el crítico Fernando Castro Florez el palacio de Gaviria es un lugar extraordinario “lleno de espejos y cortinajes, con una atmosfera anacrónica para revisar las visiones paradójicas de Escher”. De hecho se trataba de una exposición muy escenográfica, tanto por el contenido como por el espacio, lleno de decorados, espejos y zonas de claroscuro.
La exposición tuvo una afluencia de 120.000 visitantes. En total se exhiben 200 obras repartidas en siete ámbitos diferentes. Los comisarios son Mark Veldhuysen, CEO de la MC Escher Company y Federico Giudiceandrea, coleccionista italiano y experto en el artista. La mayoría de las piezas provienen de la The Escher Foundation Collection. Mientras duró la muestra se desarrollaron diversas actividades escolares paralelas, con instalaciones interactivas –tal como sucede en el Museo Escher de La Haya-, en que uno mismo puede adentrarse en una obra de arte, caso del Juego de espejos, de las Esferas reflectantes y del Efecto Droste –se trata de una imagen recursiva, o sea la integridad de la imagen es reproducida en su propio interior-.
Escher estudió arquitectura pero al poco tiempo se dedicó al dibujo y al grabado, principalmente se interesó por la xilografía, la litografía y el aguafuerte, donde el blanco y negro aparecen asiduamente en sus dibujos y composiciones gráficas. La circunstancia de no pertenecer a un “ismo” concreto ha significado que su trabajo no haya tenido el eco esperado, teniendo en cuenta su contribución al mundo del arte, sobre todo por la singularidad de su obra. A pintores como Roualt, Chagall, De Chirico, Sassu, Morandi o Balthus, les ha ocurrido lo mismo.
La obra de Escher destaca por sus dibujos en dos o tres dimensiones, así como por su predisposición al horror vacui, ocasionando que en sus cuadros aparezcan un gran número de personajes o elementos geométricos. Asimismo predominan los juegos visuales que producen una cierta complicidad con el espectador. Precisamente el artista señala que “la ilusión que un artista desea crear es mucho más subjetiva y considerablemente más importante que el medio físico y objetivo que emplea para crearla”, haciendo un empleo sofisticado de las ilusiones ópticas. En sus trabajos se fusionan la ciencia y la naturaleza desde el rigor analítico, y la geometría, las matemáticas y los números ocupan un papel destacado en sus dibujos y grabados. Su interés por las matemáticas se pudo comprobar cuando en 1954 asistió al Congreso Internacional de Matemáticas en Ámsterdam, participando con una exposición.
Las posibles influencias de Escher provienen de uno de los precursores del surrealismo: el pintor renacentista italiano El Bosco, y también de Dalí. De todos modos, en sus inicios, se interesó por el Art Nouveau y el paisaje, para después ir creando su propio mundo, proyectando el espacio tridimensional en el plano, originándose una perspectiva que incluye a la vez una serie de figuras imposibles e imaginadas, donde la estructura espacial mediante la simetría origina una metamorfosis superficial.
La exposición estaba dividida en siete apartados: Primer período, Teselaciones, Estructura del espacio, Metamorfosis, Paradojas geométricas, Obras por encargo y Eschemania. Los inicios artísticos de Escher se encuentran en el Primer periodo, interesándose por el Art Nouveau, -que es como se denominaba el modernismo en Francia y Bélgica- siendo aún estudiante. En aquel momento era normal que tuviera esa influencia, ya que fue una de las tendencias de signo figurativo que imperaban a finales del siglo XIX y principios del siglo XX.
Escher también mantuvo una profunda relación con Italia, país que frecuentó entre 1921-1935, época en que sus obras se centraban en el paisaje. Asimismo visita por primera vez Granada en 1922, lugar que será importante en su devenir gráfico. De esa época destacan las piezas Emblema VI. Palmera (1931) y Algarrobo (1932). Son dos xilografías de pequeñas dimensiones pero que ya reflejan su dominio del dibujo. La primera obra se diferencia de la segunda por la simetría, ya que la palmera aparece en el centro de la composición y a ambos lados hay unos arbolitos que cumplen una función decorativa. En cuanto al algarrobo, destaca por dar sensación de movimiento debido al viento, pero también al hecho de que el árbol esté dispuesto en diagonal.
El culto a la geometría aparece en Teselaciones, cuyo significado se debe al cubrirse “una superficie con un patrón de formas planas de manera que no se superponen ni hay huecos”. Esta preocupación por los elementos geométricos proviene de su segunda visita a La Alhambra y Córdoba en que se interesa por las decoraciones arabescas. En la xilografía en rojo División regular del plano II (1957) se aprecia perfectamente el estudio de la arquitectura y decoración islámica.
En Estructura del espacio el artista holandés se sumerge en el mundo de la esfera, a través de representarse a sí mismo en un espejo curvo. La esfera permite que los ojos del espectador se dirijan al centro, provocando que el propio artista sea el centro del universo: “el Yo es protagonista indiscutible, a cuyo alrededor gravita el mundo”. Estos ejemplos los vemos en las piezas Mano con esfera reflectante (1935), que está relacionado con otra muy similar denominada Tres esferas. Escher sujeta la esfera mientras aparece reflejado en ella y a la vez se observa su propio estudio, evocando uno de los cuadros más famosos de Velázquez, como es Las meninas. Otra obra que demuestra su personalidad egocéntrica es Autorretrato en un espejo esférico (1950). En Eye (1946) dibuja su propio ojo reflejado en un espejo de baño, pero en lugar de poner su rostro coloca un cráneo, relacionándolo con la muerte.
El cuarto ámbito se titulaba Metamorfosis, en que Escher señala que la “división regular del plano era un instrumento para crear situaciones donde se entrecruzan elementos primitivos en contraste, formando un ciclo metamórfico”. Eso mismo ocurre en Día y noche (1938), donde se observan dos campos de cultivo simétricos: una parte significa la noche y la otra el día. Estos campos, a modo de rombos, se convierten en aves blancas y negras que vuelan en ambos lados.
En Paradojas geométricas se observan cuestiones de índole científica “que no pueden dejarse de lado. La línea que separa a Escher de los matemáticos es sutil, pero determinante”. La litografía Galería de grabados (1956), es un claro ejemplo del efecto Droste, que consiste en una imagen que “incluye dentro de ella una versión de menor tamaño de sí misma, la que a su vez incluye en un lugar similar una versión aún más pequeña de sí misma, y así sucesivamente”. La palabra Droste proviene de un conocido embalaje de cacao en polvo holandés. En esta obra se ve una galería o sala de exposiciones repleta de cuadros en sus paredes, mientras un espectador los va observando. Encima del tejado surgen una serie de edificios rectangulares que provienen de la primera obra expuesta y que se va ensanchando hasta cubrir totalmente la cubierta. Toda la imagen está distorsionada y en aparente movimiento. Como la obra no está completa, debido a que los diferentes objetos que aparecen no encajan en la parte central, se origina un espacio vacío que sirve para que el artista inserte su firma.
En el sexto ámbito Obras por encargo, el artista holandés se centra en obras de pequeñas dimensiones, concretamente en aspectos de índole personal, o sea, “en cumplir las exigencias del cliente” que, de algún modo, se aleja de su trabajo más creativo. Elabora exlibris o tarjetas de visita como si fueran maquetas o esbozos que luego servirían para la creación de grabados más importantes.
En Eschermania el espectador encuentra diferentes aplicaciones relacionadas con el mundo de Escher, como por ejemplo el cómic, a través de las carátulas de los discos, caso del conjunto británico Pink Floyd, donde aparecen estructuras arquitectónicas irrealizables. En Relatividad (1953), surgen personajes como los Simpson o Mickey Mouse. También el mundo de la publicidad conecta perfectamente con Escher, como es el caso de los anuncios (Audi, Cafés Illy o Sky). En las películas Dentro del laberinto y Harry Potter, algunas de las escenas se basan a su vez en Relatividad , también conocida como la Casa de las escaleras, en donde se observa como varios personajes van subiendo y bajando rápidamente y de modo extraño las escaleras, ya que algunos de estos personajes parecen flotar en el espacio. Además, algunas escenas de exteriores, concretamente las situadas en un jardín, están dispuestas de lado, lo que hace imposible su existencia en la vida real. Por ello no es extraño que estas escaleras “mágicas” aparezcan en el castillo de Hogwarts.
En resumen podemos afirmar que esta exposición sirvió para descubrir a uno de los más importantes e influyentes grabadores del siglo XX, con una obra que fusiona el arte y la ciencia, consiguiendo atraer el interés de comunidades creativas muy diferentes, pero a la vez complementarias. Aristóteles define el arte como un “modo de ser productivo acompañado de la razón verdadera”.
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