JUNIO
Lago de claros iris, el cielo,
y al fondo, admirablemente
dúctil y tersa,
la Tierra, aplacada la espera.
Olor a menta, a tomillo,
chupa avispas y mariposas
en remolinos relucientes.
¿Inclinan la cabeza bajo el oro
de las diademas nupciales, las espigas,
o ya las desangra
el escalofrío de la hoz?
En la gran luz, padece y se humilla
en riachuelos el agua.
Las brisas
calzan sandalias más leves.
Redoblan cada vez más fuerte
los tambores excitados del mediodía.
GIUGNO
Lago di chiare iridi, il cielo,
e sul fondo, mirabilmente
duttile e tersa,
la Terra, placata l’attesa.
Odore di menta, di timo,
succhia vespe e farfalle
a gorghi lucenti.
Curvano il capo sotto l’oro
dei diademi nuziali, le spighe,
o già le dissangua
il brivido della falce?
Nella gran luce, patisce e s’umilia
in rigagnoli l’acqua.
Le brezze
calzano sandali più lievi.
Rullano sempre più forte
i tamburi eccitati del meriggio.
POLISENTIDO
Debía ser digna de la invitación,
acogida con más de una sonrisa,
un saludo, una alabanza.
Pero tardé demasiado en escoger y entonar
formas, tintas, collares.
Llegué cuando ya la crema de los oportunistas
hacía un seto compacto de espaldas
en torno a los elegidos
que tienen la banca.
Los otros -los tímidos, dudando todo el tiempo
entre el riesgo de no ser notados
o parecer invasivos,
y los rezagados como yo-
esperaban mudos, apartados,
quizá una última llamada.
POLISENSO
Dovevo essere degna dell’invito,
accolta con più d’un sorriso,
un saluto, una lode.
Ma indugiai troppo a scegliere e intonare
fogge, tinte, monili.
Giunsi che ormai la crema dei tempisti
faceva siepe compatta di dorsi
intorno a gli eletti
che tengono il banco.
Gli altri -i timidi, in dubbio tutto il tempo
fra l’alea di non essere notati
o sembrare invadenti,
e i ritardatari come me-
aspettavano muti, in disparte,
forse un ultimo appello.
LA PÁGINA BLANCA
No soy la página blanca
para calco de «escuelas» o «corrientes».
Me escribo sola
con desesperada audacia,
macerando en probetas esenciales,
fragmento sobre fragmento de vitalidad,
rebeldes frutos secos de gritos y silencios.
No pido alabanzas.
Si al menos, debiendo morir,
pudiera revivir, díptico
de sentidos y astros afines,
en alguien que, quizá,
querrá leerme.
LA PAGINA BIANCA
Non sono la pagina bianca
per ricalchi di «scuole» o «correnti».
Mi scrivo da sola
con disperato ardire,
macerando in provette essenziali,
brano su brano di vitalità,
ribelli acheni di grida e silenzi.
Non chiedo lodi.
Se almeno, dovendo morire,
potessi rivivere, dittico
di sensi e astri affini,
in qualcuno che, forse,
vorrà leggermi.
Clelia Rotunno nació en Sessa Aurunca (Caserta) en 1911 y murió en Roma en 2001.
Entre otros libros, ha publicado: Liriche scelte, Controluce y Tempo di migrare.
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